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SIENTO DEJAR ESTE MUNDO SIN PROBAR PIPAS FACUNDO

Sin titulo

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Un día cualquiera, en el autobús de siempre, con los mismos pensamientos, los cristales empañados y los empujones molestos. La mente vuela en busca de un lugar donde descansar un poco de las luces y el gentío. Una vez conseguido el aislamiento deseado, un grito desde el fondo del vehículo hace que regrese a la realidad, pero demasiado de golpe.

 

En el carril contiguo hay un 40 parado. Fuera la imagen me estremece. Un conductor de tuzsa está llorando, mientras que los que debían de ser los pasajeros del bus siniestrado están blancos y con la cara desencajada. Algunos permanecen inmóviles en la acera, otros hablan nerviosamente por el móvil en busca de un consuelo al otro lado del teléfono. Un semáforo maldito hace que nos detengamos y veamos la escena como testigos fortuitos. Una luna rota, la policía. Unos pasos más adelante, detras de un opel asoman unos pies inertes de lo que parece ser un chico joven. El conductor de ese vehículo hace aspamientos, explicando a un hombre lo que ha debido de suceder. No quiero mirar, pero el microsegundo que el destino me ha regalado como un veneno cruel, me hace ver como uno de los policías locales se acerca a los pies y mueve la cabeza de un lado a otro, dando a entender que ya no hay nada que hacer allí.

 

El autobús no arranca. Miro al frente con el estómago revuelto. A mi  lado una señora mayor se santigua, otra lanza gritos de lamento, el resto nos mantenemos callados. Por fin el semáforo se pone en verde. Arrancamos y seguimos nuestra ruta, en silencio. Levanto de nuevo la vista, y observo a los ojos a una de las pasajeras, que como yo me mira, pero parece no verme. Decido coger el móvil e inconscientemente marco un número de teléfono memorizado… No dejo que al otro lado contesten, y antes de oír cualquier voz, yo ya me he anticipado para decir: Te quiero, nos vemos en nada.

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oscar -

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