Cerdo con botas
Un cerdo con botas. Lo envidio en estos días de lluvia, si yo tuviera un calzado así, seguro que ahora no estaría resfriada. Zaragoza parece cualquier ciudad de Inglaterra, gris, húmeda y con un chiribiri constante. Y es que hace 99 años que no habían caído tantas precipitaciones en los meses de mayo y junio. Con la cuenta atrás pisándonos los talones, todo lo que sucede parece ser un impedimento para que se llegue, bien y a tiempo, a la Expo. Y es que la lista de adversidades es larga.
El Iceberg, espéctaculo inaugural planeado para la noche del día 13, ya ha sido descartado, puesto que para llevarse acabo el río debería de tener un caudal máximo de 400 metros cúbicos por segundo. Sin embago, se prevée que el viernes, el Ebro sobrepase ese límite. Expoagua ha buscado una alternativa. Del agua al fuego, del río al cielo. 5.000 vatios de luz iluminarán los edificios más emblemáticos de la muestra,y además,unos esplendorosos fuegos artificiales llenaran el horizonte zaragozano. El miedo ahora es que este segundo espectáculo alternativo pueda quedar deslucido por la presencia del cierzo. El viento no se quiere perder el acontecimiento, amenazando la composición de la pirotécnia.
Y por si fuera poco, a todo lo natural, tenemos que sumarle todo lo social. Expoagua sufre también las consecuencias de la huelga de los transportistas. Muchos de los componentes de los pabellones no han llegado todavía, faltan alimentos y bebidas en los bares de la muestra y el concierto de Ennio Morricone ha tenido que ser aplazado.
Fuera de Ranillas, la cosa no va mejor. Los edificios públicos comienzan a oler como las calles de Nápoles. Los estudiantes que están haciendo la selectividad tienen, además de hacer sus exámenes, luchar contra kilos de basura acumulada en las puertas de las facultades. Y no hablemos de los autobuses...Menudo mes de junio.
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ainara -